El renacimiento del Realismo: “Los presagios de Hafez”
Siempre me hago la misma pregunta cuando contemplo un cuadro en el que la figura o figuras protagonistas están leyendo: ¿Por qué el artista no incluye, en la mayoría de los casos, alguna referencia sobre el título del volumen? Quizás, este sea un detalle sin importancia, pero en mí produce inquietud y una curiosidad asombrosa.
Mi mente comienza a divagar. Intento adivinar qué tipo de libro está leyendo el retratado. Me fijo en su rostro y en su postura corporal y procuro descubrir los sentimientos que me transmiten. Busco señales... señales que me indiquen su interés por esa lectura concreta. ¿Cómo sostiene el ejemplar entre sus manos?, ¿Con cuánta intensidad incide su mirada sobre el papel?
"Con frecuencia, un verso precioso
Alivia un corazón apesadumbrado."
Hafez.
La eternidad. La eternidad se asocia a “lo divino”, “lo divino” a “lo elevado” y “lo elevado” al firmamento. ¿Quizás por eso las figuras están en la azotea rozando el cielo o simplemente buscan un lugar tranquilo para rezar?
Esta segunda opción resulta bastante posible. Puede que se dispongan a leer el Corán, ya que ambas están descalzas sobre una detallada alfombra, siguiendo los preceptos de la oración musulmana. Quizás leen el Libro Sagrado y analizan sus palabras buscando los presagios que les anuncien un suceso futuro. Señales al fin y al cabo, que como a mí, les ayuden a comprender sus propias vidas o lo que realmente están buscando.
Puede que esta pregunta no tenga una respuesta clara, o puede que yo nunca la encuentre. Lo único cierto es que siempre podré disfrutar de esta tranquila escena de la realidad urbana iraní y de su fidedigno reflejo (definido y nítido). Contemplaré la técnica utilizada en el tratamiento de los paños y telas del Hiyab que viste la madre, los detalles del pantalón vaquero de su hija (un tanto ausente, por la expresión de su rostro) y la meticulosidad del paisaje urbano en lontananza y la minuciosidad del dibujo de la alfombra.
Un cuadro que si veo de lejos y no me fijo en los detalles, me traslada, sin dudarlo, a la maravillosa época del Renacimiento.
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