sábado, 4 de enero de 2014

Lectores en el arte

LECTORES EN EL ARTE 
Expresiones entre la poética y la estética.
Viajemos hoy la Alemania prusiana de principios de siglo XX donde la obra pictórica de un artista como E. Munch hacía estragos en la sociedad germana y sin embargo, en 1905, un grupo de jóvenes pintores (de cuyos nombres no puedo olvidarme: Kirchner, Heckel y Schmidt-Rottluf) deciden forman un grupo de trabajo en la ciudad de Dresde para combatir la rancia estética academicista y las corrientes visualistas del Impresionismo. Así nacía el primer grupo de pintores del Expresionismo alemán conocidos como “Die Brücke” (El puente) y se gestaba un tipo de pintura expresiva de emociones, de instintos puros elementales, más allá de los principios estéticos y el orden moral…
Contemplemos hoy un cuadro expresionista, claramente opuesto desde el punto de vista plástico a la “”Mujer leyendo de Renoir con la que nos deleitábamos el pasado sábado, y sin embargo similares en temática y título.Aunque quizás ésta no sea tan anónima como su predecesora.

 La “Mujer leyendo” que pintó Schmidt-Rottluf en1913tiene nombre propio: Else Lasker Schüler, conocidapoetisa del expresionismo literario berlinés que estuvoíntimamente ligada al círculo de la vanguardia artística del momento.
Cualquier expresión nos indica claramente un movimiento que procede del interior (sujeto/conciencia) al exterior (objeto/realidad), contrario totalmente al movimiento inverso que se produce con las impresiones (de fuera hacia adentro). Esta idea del hombre como creador y punto de partida de cualquier movimiento evidencia también la influencia y el conocimiento por parte de los pintores expresionistas de la filosofía de  Nietzsche, que está presente a través de la exaltación del sujeto y la fetichización del ego.
Desde el punto de vista del lenguaje plástico la imagen es simple, la figura esquemática y el abordaje del lienzo agresivo. Las formas puntiagudas, la angulosidad de líneasy la composición formada por grandes planos cortados por diagonales que se entrecruzan y yuxtaponen nos muestra la influencia del conocimiento del trabajo de la talla en madera: clara referencia al arte gótico, a la admiración que los expresionistas tenían hacia el “arte negro o africano” tan en boga en la Europa de ese momento y, por supuesto a los grabados de Durero. Todo ello le confiere una “rudeza primitiva” al lienzo que se ve incrementada con el desasosiego que produce el espacio en el que se encuentra la retratada, un espacio de formas puntiagudas y achatada profundidad que se vuelve inhabitable y que demuestra formalmente la influencia del Cubismo.
La extraña utilización del color, la desarmonía en las relaciones del mismo (azul cobalto, rojo…) y las extrañas combinaciones cromáticas utilizadas, también aportan agresividad al lienzo.
Un bello lienzo lleno en aquel momento de “feísmo académico” y que al citarlo en una revista alemana, la propia retratada realizó una perfecta descripción expresiva y poética: “no capté la mandrilidad hasta bajar del todo a la fría calle de Fridernau”, como se tratara de un mandril enjaulado u otro animal bajo la carpa de un circo expuesto sin remedio a la atenta mirada de una sociedad anclada en la tradición y la moral más inexpresiva.
Luz Mª Rascado del Prado.



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