sábado, 24 de mayo de 2014

ENTRE LA LITERATURA Y LA PINTURA

Entre la literatura y la pintura (II): Don Quijote
Luz Rascado del Prado
Vivimos un periodo convulso y contradictorio. Desde hace décadas, el consumismo y la banalidad han ido asentándose poco a poco en nuestras vidas haciendo de lo material un espejismo de la felicidad. Hemos ido depositamos grandes valores - la amistad o la solidaridad-en el baúl de nuestro trastero y éste se ha llenado tambiénde deseos de posesión y bienes materiales.
Pero la vida es sabia. La crisis económica ha logrado abrirnuestras particulares e invertidas cajas de Pandora dejando que afloren nuestros sueños,  ideales y ansias de superación. Y aplico el calificativo de invertidas, porque en vez de encerrar en ellas lo negativo (el rencor, la ira o el egoísmo), nos habíamos acostumbrado a arrojar en ellas los grandes valores sociales y también aquellos personales que nos identifican y hacen que crezcamos como seres humanos.
Y no hay mal que por bien no venga, porque  en este época del “sálvese quien pueda” nuestro ingenio se agudiza y  hace que resurja en cada uno de nosotros el gran hidalgo del que todos somos descendientes, el héroe español que se niega a aceptar la realidad y lucha contra las causas injustas y absurdas valiéndose únicamente de sus sueños y  de valores que a todos no sustentan, como lo son el amor o la amistad.
La imagen burlesca que desmitifica la tradición caballeresca y que dio a conocer por primera vez  Miguel de Cervantes Saavedra en 1605 con la publicación del “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”,  no sólo caló en el conjunto global de la sociedad y de la narrativa posterior a esta fecha, además influyóactivamente en las artes plásticas, y así lo corrobora laobra de ilustradores, pintores y escultores de la talla deGustave Doré, Daumier, Picasso, Julio  González, Tápies, Günter Grass, Feito, Saura, Gordillo, Broto...


Don Quijote leyendo 1865-1870. Daumier 
Don Quijote.Bronce.1929.1930. Julio

Si hablamos de ingenio, locura y sueños, quizás el artista que más se asemeje a la figura de Alonso Quijano sea el genial Salvador Dalí. Ambos crearon un mundo paralelo al reabasándose en su desbordante fantasía. Si el caballero de la triste figura -en palabras de Sancho Panza- se inventa su propio nombre autodenominándose  “Don Quijote de la Mancha”, el genio de Figueras crea un término para definir la esencia de su arte, el método “Paranoico crítico”. Y si de amor hablamos, las semejanzas continúan, ya que los dos sienten un amor desbocado por su musa,  se llameésta Dulcinea o Gala.
El tema del caballero Don Quijote, será una constante en la obra de Dalí a partir de 1931 año en el que realiza la serie “Putrefactes y el Quixot”. En los años 40 crea 38 dibujos en tinta china, algunos de ellos también con acuarela, para ilustrar el libro por encargo de la editorial Radom House Inc. de Nueva York, y en 1957 realiza las litografías que servirán para ilustrar la edición parisina de Joseph Foret.


Para la realización de estas litografías, el genio desarrolló una nueva técnica: lanzar bolas rellenas de pintura contra la plancha de piedra para después sumergir caracoles que imprimiesen su huella. De las manchas de pinturaresultantes hacía surgir escenas de la vida del hidalgo aportándoles relieve con la pluma y el pincel.
Aunque en los años 70 acomete de nuevo y por última vez el encargo de ilustrar la novela cervantina, quizás la representación del Quijote más conocida que se convirtió en leitmotiv de la obra daliniana al igual que sus famosos relojes blandos, el huevo o el perfil del “Gran masturbador”- sea el dibujo en espiral que plasmó con frecuencia en sus dedicatorias y autógrafos.


 
“El Quijote es el campeón de las libertades. Un espíritu libre                  que como yo, va a su aire y vive al margen de las reglas”
   E. Salvador Dalí

Al igual que Salvador Dalí, todos tenemos dentro un Quijote enganchado a sus sueños y que en épocas como ésta reaparece reivindicando los valores más nobles, necesarios por otra parte para superar las batallas en las que diariamente combatimos contra gigantes y molinos de viento. Porque sin sueños, ilusión, fantasía, esperanza y necesidad de superación ¿a qué nos aferramos?

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