sábado, 15 de febrero de 2014

CUPIDO Y LA SOLEDAD COTIDIANA

Otro sábado más la sección de 
Luz Rascado del Prado, Lectores en el arte 
Cupido y la soledad cotidiana
Ayer Cupido vino a visitarme. Pretendía, como en tantas otras ocasiones, lanzarme una de sus dulces flechasenvenenadas, pero el pobre amorcillo no tuvo una mísera oportunidad. Yo no tenía el cuerpo para grandes celebraciones y así se lo hizo saber el mercurio de mi termómetro, que marcaba 39° en el preciso momento de tal insigne visita. En cuanto el pequeño Eros lo vio, decidió que no perdería ni el tiempo ni uno más de sus cariñosos dardos conmigo. Resolvió abandonarme y se alejó mientras me dedicaba una cínica sonrisa, lleno de temor ante algún tipo de contagio (no sé si de la gripe o de mi locura por ojear catálogos de arte y ver películas de “cine negro” cuando me encuentro en estas circunstancias). Tras el fugaz encuentro, comencé de improviso a pensar en un sentimiento tan necesario e intrínseco al ser humano como lo es el  amor, y por supuesto, el amor de la pareja.
Quizás influída por mi lamentable estado físico y un decaído estado de ánimo, comencé a pensar en los momentos vividos en pareja, no precisamente en esas ocasiones impregnadas de pasión y sentimientos desbordados, sino en aquellas otraque surgen y se comparten en la monotonía del día a día y que quizás muchas veces unen más nuestros corazones. Y recordé entonces uno de los cuadros iconos de la cultura americana del grandísimo Hopper.
Como este es un blog donde los libros y la literatura son los principales protagonistas, me gustaría mencionar antes de nada, que el Realismo de Edward Hopper fue el equivalente pictórico de la importante literatura americana de la primera mitad del S.XX (desde John Dos Passos hasta Theodore Dreiser o Sinclare Lewis)

La casa no es la casa, si no la ​​repetición de los días, de la    ​​soledad, de ese permanecer en​ en el umbral de las puertas;​​en los lindes de las ventanas​ para protegerse del mundo ​sin dejar de observarlo”
​​​Carlos Losilla 


Habitación en  Nueva York” (1932). E. Hopper.
Nuestras vidas en pareja al igual que algunas de sus pinturas, están llenas de instantes cotidianos y domésticos, de escenas aisladas de nuestra monotonía como las que este artista refleja en sus cuadros. Un instante suspendido en el tiempo, siempre a punto de contarnos una historia en la que el narrador es el propio espectador. Una única escena, llena de vacío, de silencio e incomunicación tan real como la vida misma. Un silencio que se asocia al carácter callado, observador y solitario del propio artista. Un interior limitado, momentáneo y transitorio donde los personajes se desprenden de su careta social y expresan su gesto taciturno.
En ella, una pareja lee, en un acto íntimo e individual, ignorando la presencia uno del otro. El espectador disfruta de la escena iluminada por la luz artificial del interior del hogar (que claramente viene de arriba) como un observador indiscreto asomado a una ventana, como en la película de similar título realizada en 1954 por el maestro A. Hitchcock, y es precisamente esa perspectiva y su enfoque fotográfico la que nos recuerda el amplioconocimiento que el artista tiene del mundo del celuloide.
Él lee atentamente un periódico, inmerso quizás en las noticias económicas (que preocupan a todos los norteamericanos desde la Gran Depresión de 1929), su esposa aburrida, ni siquiera lee la partitura que está colocada sobre el instrumento, simplemente deja caer su dedo sobre una de las teclas del piano. Posiblemente él sea un buen marido, puede ser que también un pésimo amante. Quizás ella quiere contarle algo, aunque por su cara siente lo mismo que la mujer del propio artista cuando decía: “hablarle es a veces como arrojar una piedra a un pozo, sin escuchar el eco del golpe contra el agua”… Sea como fuere, cada espectador puede predecir su propio final partiendo de esta escena aislada y crear una historia que el cuadro no nos cuenta.
De nuevo Hopper nos sorprende con el asunto del aislamiento de los habitantes de la gran ciudad en su propia casa, con el tema de la soledad y la falta de sentido de la vida y junto con su total dominio técnico tanto de la luz como del color consigue hablarnos desde sus obras de la compasión y la empatía con el destino de la gente normal y “vulgar”, con la vida en una sociedad masificada, que al fin y al cabo rechaza lo individual…
Quizás merezca la pena dejarle hacer a Cupido, si el próximo año me vuelve a visitar por estas fechas, aunque realmente piense que la soledad estará presente en nuestra cotidianeidad  como lo está en los cuadros de Hopper,incluso en aquellas ocasiones en las que a nuestro lado tenemos la mejor de las compañías.

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